Liderazgo efectivo: cómo delegar para desarrollar líderes
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El sol brillaba con fuerza sobre la pista mientras sonaban los motores. Estaba a punto de comenzar la carrera más importante de la Fórmula 1. Todos los ojos estaban puestos en el conductor del carro número siete. Su nombre era Líder.
A Líder lo conocían por su gran habilidad para tomar curvas a alta velocidad, ¡sin perder el control! O su maestría de los cambios sobre marcha, gracias a la cual maximiza su rapidez. O sus misteriosas habilidades de comunicación con su equipo, que lo observaba y seguía desde el box, pendiente para ajustar su estrategia.
En un punto de la competencia, uno de los competidores comenzó a ganar terreno peligrosamente. Sin perder un segundo, Líder habló a su gente por la radio. Con calma, los instruyó para que intervinieran en el setup del vehículo, dándole más rapidez. El equipo procedió con su propuesta. En unos segundos, Líder estaba de vuelta a la cabeza, con un gran rango de ventaja.
Aunque los otros conductores se esforzaban por avanzar, Líder permanecía enfocado. Incluso le dio el tiempo de hacer malabares con una taza de café y un croissant. Mientras mantenía una mano en el volante, continuaba su trayecto de manera fluida.
Por supuesto, Líder llegó en primer lugar. El público, admirado por sus capacidades, celebró cantando una porra:
¡Un Líder efectivo y multitarea
es el que siempre gana la carrera!
Hoy en día, un buen Líder es tan necesario en el mundo de Fórmula 1 como en el de Recursos Humanos. De acuerdo a una encuesta de Deloitte, solo el 13% de organizaciones afirma ser “excelente” desarrollando líderes en todos sus niveles. Esto quiere decir que la mayoría de empresas no cuenta con liderazgos efectivos dentro de sus áreas.
¿Qué es el liderazgo efectivo? Se define como la capacidad de inspirar, guiar y motivar al equipo para alcanzar los objetivos y metas establecidos por la organización. Este tipo de líder tiene una visión clara y la comunica apropiadamente a su equipo.
Toma decisiones acertadas, planifica, ejecuta, identifica fortalezas y debilidades, asigna tareas en función a las habilidades de su personal, fomenta el desarrollo individual de sus miembros… ¡Es la cabeza del equipo! En general, un líder efectivo sabe dirigir a los demás para alcanzar resultados. Sobre todo, sabe qué tareas delegar a su propio equipo y qué otras encargar a un proveedor externo.
En este blog, se presentan 7 consejos para desarrollar líderes efectivos, para maximizar el potencial de un equipo y obtener resultados. Al terminar el texto, el lector sabrá cómo aprovechar su liderazgo, ahorrando recursos en alcanzar los objetivos de Recursos Humanos.
Ya no más proyectos aplazados por falta de tiempo, un líder efectivo lleva a su área hacia el éxito. Y, de paso, toma un café y un croissant.
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¿Cómo se ve un líder que logra objetivos?
Los líderes efectivos vienen en distintos colores y formas, pero comparten las mismas actitudes. Estos comportamientos los hacen destacar de las multitudes, despertando la admiración del equipo. A continuación, 5 acciones para identificar a un líder que logra los objetivos de la empresa:
1. Priorización de tareas
Un líder efectivo prioriza las responsabilidades de acuerdo a criterios de importancia y urgencia. ¿Por qué? Así, es capaz de enfocarse en las actividades más críticas, y asegurarse de completarlas en el plazo previsto.
Por ejemplo:
Un líder tiene tres actividades que completar:
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El proyecto de un cliente (cuyo deadline es en dos días).
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Una reunión con un miembro de su equipo para discutir una nueva idea de proyecto.
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Un reporte del progreso de su área, que debe presentar en la reunión departamental de la semana siguiente.
En este escenario, el líder que cumple objetivos iniciaría con el proyecto del cliente, pues tiene impacto directo en la reputación y renta de la compañía. De hecho, esta responsabilidad cumple con los dos requisitos: es tan importante como urgente.
2. Delegación de tareas
Delegar las tareas significa asegurarse de que a las personas adecuadas se les asignen las responsabilidades adecuadas. De este modo, los miembros del equipo asumen nuevos retos, desarrollan habilidades y reducen la carga laboral del líder.
Un buen líder sabe cuándo delegar al equipo interno y cuándo contratar un servidor externo.
Por ejemplo, en un área de RRHH, el líder asigna objetivos estratégicos a su equipo interno. Sabe que cuenta con un excelente talento, así que los motiva con propósitos que los inspiren a desarrollar un buen trabajo.
El buen líder está consciente de que es difícil inspirar a profesionales que solo llenan vacantes (es decir, que cumplen solo tareas operativas). Por eso, delega esta función a un proveedor externo, como los RPO y RDO.
Por otro lado, el mal líder encarga tareas rutinarias a su gente. ¡Lo hace con carisma, incluso! Pero de nada sirve usar un tono de voz inspirador cuando se comunican labores desmotivadoras.
¿Cómo distinguir un líder que “encarga” versus uno que “delega”? En base a cómo actúan sus colaboradores. Si un trabajador dice “me han encargado esto”, la respuesta es evidente. En cambio, si anuncia con orgullo “esta es mi misión en el área”, forma parte de un liderazgo que delega.
La tercerización permite aprovechar la experiencia y los recursos de proveedores externos, mejorar la calidad del proceso y reducir riesgos laborales. ¿Cómo hacerlo en RRHH? Una alternativa son los RDO (Recruitment Digital Outsourcing).
Contratando un RDO, el reclutamiento queda en manos de un grupo de profesionales con expertise, que incluyen un software ATS y otras prácticas digitales en su servicio. Así, el cliente interno descansa de esta función, ganando tiempo para concentrarse en actividades de mayor valor estratégico.
3. Gestión de tiempo
Calendarios, listas de tareas, recordatorios… Un líder efectivo usa todas estas herramientas para mantenerse organizado y asegurarse de cumplir con los plazos y entregables.
Sin embargo, no solo se trata de la tecnología.
Gracias a la gestión del tiempo, un líder puede identificar áreas de mejora, evaluar qué funciones exigen demasiadas horas y optimizar su cronograma para incrementar la productividad.
Los buenos líderes cuentan con la capacidad de planificar para lograr sus objetivos. Además, hacen seguimiento de las fases de los planes, para revisar si algo se está dejando de cumplir. En caso sea así, el buen líder no busca culpables, sino causas raíz. Así, soluciona los problemas y entrega feedback para definir junto a su equipo las medidas correctivas.
Este ciclo se repite, para ver cómo avanza cada proyecto. De nada sirve contar con las herramientas de gestión si no se gestiona. Es como decir: un buen líder usa el reloj. ¡Esto es falso! Lo correcto sería afirmar: un buen líder mira la hora constantemente para avanzar según lo planificado.
4. Reuniones efectivas
Planificar y dirigir reuniones efectivas es una actividad clave. Toda sesión debe contar con puntos de agenda. De esta forma, los líderes se aseguran de que el tiempo se use para discutir temas importantes y tomar decisiones eficientes.
Además, los miembros del equipo pueden seguir el transcurso de la reunión, comprometidos con los objetivos del diálogo.
Un ejemplo:
El gerente de RRHH tiene una reunión importante. Antes de convocar a los participantes, traza un outline con los puntos de agenda que se discutirán, los objetivos y lo que se espera lograr al culminar la sesión. Esto ayuda a los demás a prepararse para la discusión para mantener el enfoque y la productividad.
Durante la reunión, el líder gestiona la agenda para no salirse demasiado de los temas en cuestión. Designa a un secretario para tomar nota de las intervenciones más importantes. Además, se asegura de que el equipo tenga oportunidad de compartir sus ideas, alentando la participación activa de todos.
Por último, este gerente fomenta una cultura de feedback constructivo, para retroalimentar y nutrir las decisiones con múltiples perspectivas.
5. Comunicación clara
La mala comunicación opaca cualquier habilidad de liderazgo. Un líder que no dialoga clara y regularmente con su equipo, no establece expectativas claras y no proporciona retroalimentación… ¡Vaya! Al fin y al cabo, no es un líder. En esto, el feedback juega un papel muy importante. Muchos líderes olvidan retroalimentar su equipo, lo que impide su mejora y desarrollo profesional. La buena comunicación implica:
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Definir con ejemplos claros cuándo las cosas están bien hechas, para que el equipo sepa qué acciones repetir.
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Explicar cómo mejorar las cosas que no están bien hechas.
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Aclarar las expectativas de cada punto de mejora, así como el plan de seguimiento que se hará al colaborador para constatar que se logren.
El buen feedback (y la buena comunicación) no queda solo en charla. Se traduce en acciones. Por eso, comunicar con claridad también incluye tomar la decisión más difícil: qué hacer con los trabajadores que, aunque reciben feedback, nunca aprovechan las oportunidades de mejora.
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Conclusión
Para lograr objetivos, un líder debe desarrollar la capacidad de inspirar, guiar y motivar al equipo. Esto se consigue delegando propósitos inspiradores y asegurándose de que el equipo tiene una misión en la empresa.
Un líder efectivo es quien gestiona otros liderazgos para alcanzar los resultados deseados con éxito. No se trata de ofrecer el paso a paso operativo de los colaboradores, sino de maximizar su potencial. Por eso, un buen líder sabe cuándo delegar procesos a terceros.
Recomendamos identificar las fortalezas y debilidades del equipo, para asignarles tareas acordes a su línea de carrera. Por otro lado, aquello que resulte rutinario debería delegarse con terceros.
Considera tercerizar los procedimientos más operativos a equipos de expertos externos. Una alternativa son los RDO, que además de encargarse de la selección de personal, incluyen en sus servicios la digitalización.
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